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FOGOSAS AVENTURAS EN UNA CIUDAD ARDIENTE (1)  

danielle1525 65M
1 posts
9/7/2021 11:12 am
FOGOSAS AVENTURAS EN UNA CIUDAD ARDIENTE (1)


Cuando la hembra que vive en el interior de Daniel despierta, lo enciende sin darle tregua hasta que su sexualidad femenina es satisfecha. Después, Daniel vuelve a ser varón para buscar mujeres con nalgas abultadas, pero nunca sabe en qué momento será atrapado de nuevo por esa hembra fogosa que en ocasiones es insaciable. Los vaivenes de su sexualidad lo hacen vivir en un torbellino constante, que lo mismo lo azota contra un espectacular trasero que contra un miembro viril.

Les platico sus aventuras.

MUCHO SEXO. POCAS PALABRAS.

Daniel envió un mensaje al celular de Cristina, su amante:

• Hola. ¿Te puedo llamar?.

Durante los minutos que esperó a que le respondiera, rogaba porque la contestación fuera afirmativa.

El tiempo pasaba y su angustia crecía. Cuando no responde pronto a su mensaje, se debe a que atiende un compromiso ineludible o porque anda fuera de la ciudad. Daniel no sabía cuál era la razón que demoraba su respuesta, pero lo que sí sabía, era que si no le respondía, tendría que resignarse a no estar con ella. De unos meses a la fecha, tenía prohibido ir a buscarla a su casa, negocio o cualquier otro lugar.

Cristina se había puesto de novia formalmente con un tipo que tenía muchos años cortejándola y esa era la causa de la prohibición. Ante la imposibilidad por mantener una relación estable con ella, Cristina decidió aceptar a aquel hombre. Esa era la razón de que las cosas hubieran cambiado tanto.

Antes podía llamarle en cualquier momento, pero ahora tenía que pedir su consentimiento para hacerlo y evitarle problemas con su novio. Sin embargo, Cristina no había terminado con su relación y para mantenerla en la mayor de las clandestinidades, diseñaron nuevas estrategias para comunicarse y ponerse de acuerdo para seguir con sus íntimos encuentros.

Llegó un mensaje a su celular. Su corazón se aceleró como siempre le sucede. Rápidamente lo consultó y decía:

• Llámame en un momento más.

¿En un momento más?, se preguntó. ¿Pero… cuánto tiempo más?. Pasaron veinte minutos que le parecieron una eternidad.

• ¿Ya?, le preguntó mediante otro mensaje.
• Ya, le respondió Cristina.

Marcó su número con ansiedad.

• Hola…¿cómo estás?, le preguntó Cristina al contestar la llamada.
• Bien, le respondió. Pero quiero estar mejor y sabes que de ti depende, le dijo.
• JAJAJAJA. ¿De mi depende?
• Ya sabes que sí. Hace mucho tiempo que no nos vemos, así que ya imaginas las ganas que te traigo. ¿Qué dices?, le preguntó.
• Pues…nos vemos en el motel, ¿no?.
• Mmmhhh….perfecto. Cuando llegue te llamo para decirte en que número de cuarto estoy.
• Está bien. ¿Llevas lubricante anal?, le preguntó.
• Claro que sí. ¿Por qué me lo preguntas?
• Por nada. Al rato nos vemos, le respondió.
• OK.

Su pregunta sobre el lubricante anal lo desconcertó, pero pronto sabría la razón de su duda. Cortó la llamada y se dirigió al<b> motel </font></b>de su preferencia. No tardó mucho en llegar y en cuanto entró le llamó para decirle el número de habitación en el que se encontraba. Esta situación era parte de los cambios de estrategias, pues ahora era indispensable que ella llegara en taxi ante la imposibilidad de pasar por ella en automóvil.

No tardó mucho en llegar y cuando entró a la habitación, hasta el olfato de Daniel llegó la suavidad de su aroma. Lucía un vestido blanco con falda amplia y muy corta, cuya tela en realidad era una malla que le llegaba a medio muslo de sus firmes y torneadas piernas. Un angosto cinturón de la misma malla atado a la cintura, hacía que sus caderas y trasero resaltaran de manera exquisita; el vestido era escotado al frente, lo que permitía exhibir hasta la mitad de sus pechos. Aunque las oquedades de la malla no eran grandes, permitía que su piel se viera a la perfección a través de ella.

• Hola, lo saludo sonriente.

Daniel no la saludó. Cuando ella le dio la espalda para cerrar y asegurar la puerta, pudo verle sus hermosos glúteos desnudos a través de su vestido. Sus ojos se salían de sus órbitas al verla ataviada de esa manera, pues no es su costumbre.
• ¡¡¡¡Hey!!!!, expresó Cristina. Me estás comiendo con la mirada.
• Es que…
• Sí…ya sé que vengo muy sexy, lo interrumpió, pero se debe a que después de estar contigo iré a una despedida de soltera y todas las mujeres acordamos vestirnos así.
• Pero…¿te atreves a que el taxista te vea vestida de esta manera?, le preguntó.
• No vine en taxi. Me trajo mi hermana y ella regresará por mí. Un taxista me secuestraría al verme vestida así, jajajajaja.

Daniel se incorporó de la cama para abrazarla. Sintió la firmeza de su abultada carne. Sus ávidos dedos intentaron penetrarle el ano, pero el hilo dental lo impidió. Se besaron apasionadamente. Sus bocas se comían una a otra. Sus labios se abrían y se estrujaban unos contra otros. Sus lenguas se empalmaban para acariciarse.

Le subió el vestido de la parte frontal para dar acomodo a su pene entre las piernas. Su sangre hervía y deseaba poseerla de inmediato, pero reaccionó y se separó de ella para permitirle que se desvistiera en tanto regresaba a acostarse en el lecho que recibiría a los dos ardientes cuerpos, que una vez más se fundirían para convertirse en uno solo.

Mientras Cristina se quitaba la escasa ropa que llevaba, la mirada lujuriosa de Daniel recorría cada centímetro de su bella anatomía. Ella sonreía divertida. Sonreían sin pronunciar palabra alguna. En momentos como ese, Cristina y Daniel dejan que su piel hable, pues sus bocas para devorarse.

Desnuda por completo, Cristina se acostó boca abajo entre las piernas abiertas que dejaban en libertad el pene erguido de Daniel. Lo tomó con una mano y se lo llevó a la boca. Succionó el glande para beber el líquido preseminal que ya le salía en buena cantidad. Con su lengua formó un lazo alrededor del pene y lo lamía una y otra vez. Con otra mano le apretaba los testículos como queriendo exprimirlos.

Se tragó el pene por completo y Daniel sentía que su glande le perforaba la garganta. Se lo sacó de la boca lentamente y cuando lo hacía, Cristina le dio unos mordiscos desde la base hasta el glande. Repitió la acción varias veces pero con gran velocidad. Su cabeza subía y bajaba en el accionar de la estupenda mamada que le estaba dando.

Daniel estaba a punto de eyacular y para evitarlo, colocó la palma de su mano en la frente de Cristina. Ella sabía que esa era la señal para que dejara de mamarle y evitar que acabara. Con su mano izquierda sostenía el pene de Daniel y ahora con su lengua lo recorría a todo lo largo, rematando su accionar con un furtivo y estruendoso chupete en el glande.

Le lamía fuertemente los testículos y se introdujo a la boca uno de ellos y luego el otro. Su mano izquierda no le soltaba el pene y lo masturbaba con suavidad. Su boca pasó a las ingles y su lengua las recorría de arriba abajo, llegando hasta lo que pudiera ser el monte de venus de Daniel (si se vale la expresión) en donde su boca se prendió como ventosa y le daba fuertes mordiscos en esa carne abultada cubierta por muy cortos vellos púbicos que con frecuencia se depila.

Las mordidas que le daba lo hicieron retorcer de placer. La respiración de Cristina era muy agitada y Daniel sentía lo ardiente de su aliento, mientras cubría su piel con saliva derramada. Daniel no alcanzaba respiración y su lujuria crecía. Cristina le metió una de sus manos bajo los muslos, indicándole que levantara las piernas al cielo, pues había llegado el momento de mamarle el trasero.

Con las piernas en alto, Cristina metió una almohada bajo las nalgas de Daniel para que su culo quedara expuesto. Ahora su mano se apoderaba de su pene y testículos sobándolos fuertemente. Empezó a darle mordiscos en las nalgas y a pasarle la lengua hasta que su rostro se introdujo entre los glúteos para que su boca llegara hasta el ano de Daniel que ansioso deseaba ser mamado.

La boca de Cristina se prendió de su ano y lo succionaba. Daniel sentía sus labios fogosos en el culo y los dientes de su amante se incrustaron en él. La mordida era algo dolorosa pero muy excitante, demasiado excitante. Dejó de morderle y su lengua giraba alrededor de los pliegues corrugados del ano, primero suave y lentamente, pero después de manera muy rápida. Su lengua empezó a entrar y salir del culito de Daniel. Se escuchaba el ruido de la boca prendida al atribulado ano.

Cristina puso una mano en la cadera de Daniel, ordenándole que se volteara. Giró y quedó acostado boca abajo sobre la almohada. Una fuerte e inesperada palmada sobre una de sus nalgas lo hizo cimbrar de pies a cabeza. Sintió un dolor y un ardor que lo puso más ardiente. Luego otra fuerte palmada en la otra nalga. A Daniel le gusta recibir ese castigo y ella lo sabe muy bien.

Daniel percibía que sus nalgas hervían por lo caliente que las sentía debido al castigo recibido, pues Cristina seguía nalgueándolo. Sus manos separaron los glúteos y su boca llegó una vez más hasta el anillo corrugado. Le chupaba y le mordía de manera violenta y Daniel más se enardecía. Parecía que Cristina quería arrancarle el ano de lo fuerte que le mamaba y mordisqueaba. Su lengua entraba y salía con rumbo a los intestinos. Todo el trasero de Daniel estaba muy húmedo por la gran cantidad de saliva que Cristina vertía.

A Daniel le dieron ganas de acabar nuevamente y se separó de aquél sublime sexo oral que Cristina le daba. Ella permaneció acostada boca abajo y Daniel se abalanzó loco de pasión sobre el trasero de su amada, quedando encima de ella. Su pene se enredó en su larga cabellera y su estómago quedó sobre la espalda de cristina. Sus manos, que más bien parecían garras de tigre, le apretujaron las nalgas y las zarandearon incrustando sus uñas en la carne pero sin llegar a rasguñarla.

Le separó las nalgas y se arrojó sobre su ano expuesto para darle unos chupetes desesperados. Su boca era ahora la ventosa que se lo succionaba. Su lengua entraba y salía y los dientes se apoderaban de sus pliegues de la misma manera como ella lo hizo con el ano de Daniel. Cristina lanzó un grito de dolor por el arrebatado acto oral, pero Daniel no dejó de mamarle el chiquito. Tenía que dejárselo lleno de saliva pues es parte del lubricante que usa para penetrarla, pero faltaba un buen tiempo para que eso sucediera.

Cristina movió sus caderas de un lado a otro, lo que revelaba que quería acostarse boca arriba, pero las manos de Daniel convertidas en fuertes tenazas no soltaban a su carnosa presa y su boca seguía chupándole el ano. Daniel aprovechaba para estirar al máximo su lengua tratando de metérsela en la vagina.

Finalmente la soltó y se acostó boca arriba para quedar en la posición de 69. Daniel notó que Cristina con desesperación le tomó el falo y se lo metió en la boca y una vez más sintió que le atravesaba la garganta. Daniel se prendió de su vulva humedecida por la saliva y flujos vaginales. Cristina le mamaba el pene y los testículos, mientras Daniel abría su boca al máximo para chuparle los labios internos de la concha.

Su lengua entraba y salía de la vagina y su boca succionaba y mordisqueaba el clítoris hinchado. Le dio un mordisco y Cristina se quejó pero no se sacó el falo de su boca. Sus fluidos le saben a Daniel como el auténtico néctar que succionan las mariposas de las flores. Las manos de Daniel estaban por debajo de las nalgas de cristina para acariciarlas y estrujarlas. Ella hacía lo mismo con Daniel y lo nalgueaba de nuevo. La pasión se desbordaba y la sangre hervía en ambos cuerpos.

Daniel dejó de mamarle y se incorporó un poco, pero solo para sentarse sobre la boca de su amante, a fin de que le volviera a mamar el culo. Cristina se lo chupaba bruscamente y se lo mordía de nuevo. Le metió la lengua y Daniel empezó a mover sus caderas de adelante hacia atrás para restregarle el ano en la cara. Cristina ensanchó su lengua y se la pasaba desde el ano hasta los testículos.

Después de tantos años, Daniel aún no sabe si a Cristina le gusta más mamarle el pene o el culo, porque ambas cosas las hace con una pasión desenfrenada. Nunca se lo ha preguntado, ni le preguntará. Tampoco sabe cuál de las dos es la que más placer le provoca, porque ambas lo vuelven loco de lujuria. Si ella llegara a preguntarle cual le gusta más, no sabría responderle.

Terminado el delirante 69 Daniel se bajó de la cama. Hizo sentar a Cristina en la orilla de la cama y que se recostara boca arriba. La tomó por los pies y le levantó las piernas hacia el cielo. Se las separó y su vulva emergió entre ellas. Brillante y apetitosa. Se arrodilló en el suelo y su boca hambrienta se prendió para seguir bebiendo como un sediento que encuentra agua en medio de un desierto. Cristina se retorcía de placer y eso lo excitaba más. Se la chupaba y mordisqueaba. Su lengua entraba y salía de su vagina.

Se incorporó, se puso un condón, se abalanzó entre sus piernas y la penetró por la vagina de un solo golpe. Ahí se la mantuvo guardada por unos instantes mientras la abrazaba y besaba. Cristina respondía a sus acalorados besos. Sus lenguas se trenzaban y sus salivas se mezclaban. El chapoteo del pene de Daniel y sus pelvis al chocar contra el cuerpo de Cristina era escandaloso.

Detuvo sus movimientos y sintió que sus contracciones vaginales le “mordían” el pene metido hasta el tope. Ella estaba teniendo un orgasmo y Daniel se separó para bajarse a beber sus fluidos mientras le sostenía las piernas en alto. Le metió el pene de nuevo y ahora la besaba con su sabor vaginal que había quedado en su boca. Le sacó el pene de su concha y le colocó su glande en el ano. Era el momento de penetrarla por atrás.

Empujó pero el pene no entró. Cristina lanzó un quejido. Recordó el lubricante anal que llevaba y le aplicó un poco en su cerrado agujero. Se puso una buena cantidad en el falo y de nueva cuenta se lo acomodó en el culo. Su amante secreta se mantenía con las piernas elevadas y con sus propias manos se separó las nalgas para que su culito quedara al total descubierto.

El glande de Daniel le atravesó los pliegues anales y se contuvo un poco en espera de que se le dilatara el culo. No esperó mucho tiempo y lentamente pero sin detenerse, le enterró la espada hasta la empuñadura. Cristina lanzó un “MMMHHHHH!!!!!!” de satisfacción, aunque Daniel no creyó que su gozo fuera mayor al suyo, al sentir su pene metido hasta el tope en aquella caverna hirviente.

¡Qué delicia!. Que delicia meterle el pene por atrás. Aunque es una experiencia que practican en cada ocasión que tienen sexo, ambos sienten que es algo único, delicioso, exquisito, placentero y apasionante.

Se acostó totalmente sobre ella, pero en esta ocasión no besó su boca, sino sus pechos rígidos. Sus manos ávidas de carne se los apretaban. Le mamó un pecho y luego el otro. Su lengua se envolvía en los gruesos pezones que parecía iban a reventar por lo hinchados que estaban. En tanto…le sacaba el pene totalmente y desde fuera se lo metía con furia inaudita.

Se la sacó y le pidió que se volteara. Ella obedeció y ahora era la parte posterior de su cuerpo la que le ofrecía. Los pies de su amante quedaron en el suelo y sus abultadas nalgas en la orilla de la cama. Daniel se acostó encima de su fogosa anatomía y su pene resbaló entre sus glúteos para penetrarla de nuevo por atrás. Se la metió toda e introdujo los brazos bajo su cuerpo para abrazarla, pero sobre todo para aprisionarle las tetas con sus manos fogosas.

La pelvis de Daniel se arremolinaba en aquel abultado trasero mientras el pene se lo tenía metido hasta la base. Las caderas de Daniel giraban sobre sus glúteos.

• Ya sácamela, dijo Cristina. Hay que lavarnos para darte una buena mamada.

Con gran pesar, Daniel sacó su trozo de carne de los intestinos de Cristina, se quitó el condón y fueron a la regadera. Ella le lavaba sus partes y Daniel las suyas, pero no perdió la oportunidad para metérsela por el ano una vez más aprovechando que se inclinaba sobre su cintura. Parecía que el calor de sus cuerpos hacía hervir el agua que les caía.

Finalmente terminaron de asearse y se regresaron a la cama. Daniel se sentó a la orilla y se recostó hacia atrás. Aún no alcanzaba respiración y jalaba aire por la boca. Levantó las piernas y las abrió lo más que pudo para que su ano quedara a disposición. Cristina colocó una almohada en el piso y se arrodilló para estar más cómoda al mamarme el culo y meterle los dedos.

Cristina aprisionó el culo de Daniel entre sus dientes y le dio una mordida que le provocó un dolor y un placer que no se pueden describir. Sus diestras manos le apretujaban los testículos y el pene ya sin condón. De pronto su lengua le recorría el trasero desde el culo, pasando por los testículos y terminaba en la punta del pene. Abría la boca y se lo metía hasta la garganta.

Daniel no la veía desde la posición en que se encontraba. Solo percibía que se separó por breves instantes. Escuchó el sonido de la tapa del pote de lubricante anal que había dejado en el buró y sintió que una buena cantidad se la aplicaba en el ano. Cristina le metió dos dedos y los hacía girar en su interior como tratando de ensancharlo. De pronto escuchó el zumbido característico de un consolador vibratorio. Abrió los ojos y Cristina se lo enseñaba, mostrando en su rostro la más pícara de sus sonrisas.

Comprendió el cuestionamiento que le hizo por teléfono, al preguntarle si llevaba lubricante anal. Siempre lo lleva para usarlo al momento de penetrarla por atrás, pero quería cerciorarse al tener en mente aplicárselo en el ano para perforárselo con el grueso consolador que blandía en su mano, porque ella sabía que Daniel sería quien más lo necesitaría.

Daniel separó las nalgas con sus propias manos para que su ano se abriera lo más posible con el fin de darle la bienvenida al falo artificial que Cristina quería meterle. Le introdujo la gruesa cabeza y ahora era Daniel el que lanzaba un quejido. Ante el dolor que le provocaba, su pene estaba experimentando flacidez pero Cristina no lo permitió y le empezó a mamar con gran avidez.

El ano se dilató lo suficiente y con lentitud pero sin detenerse, Cristina se lo metió hasta el fondo. ¡Qué delicia!. En verdad que era agradable sentir sus intestinos repletos por el falo que al vibrar le producía un goce extraordinario. Se lo metía, se lo sacaba y el masaje prostático lo transportaba a las nubes. Cristina aceleraba la mamada de pene que le daba y finalmente explotó para lanzar el semen por tantos tiempo retenido.

Todo el cuerpo de Daniel temblaba como si por su piel se le saliera el alma. Con el consolador metido hasta lo más profundo, sentía que la eyaculación era muy abundante y Cristina bebía a grandes tragos su esperma. Escuchaba los sonidos guturales que salían de la garganta de Cristina al tragar, tragar y tragar.

Cristina le sacó el vibrador, pero no dejó de mamarle. Su pene flácido después de estallar, permanecía metido en la boca de Cristina quien terminó su obra maestra sexual dándole unos lengüetazos para dejárselo limpio, al igual que los testículos en donde se había derramado su saliva y una buena cantidad de semen.

Ella fue al baño y Daniel bajó las piernas hasta que sus pies tocaron el suelo. Se quedó casi sin poder respirar por lo agitado que estaba con motivo de la extraordinaria pasión que le había hecho sentir aquella mujer con sus artes sexuales. Para recuperar el aliento, exhausto se puso de costado en la cama. Su cuerpo era un auténtico manantial de donde brotaba gran cantidad de gotas de sudor que le habían empapado hasta el cabello.

Cristina salió del baño e hizo una llamada a su hermana para que fuera por ella. Mientras se vestía, Daniel apenas la veía porque sus ojos los tenía casi cerrados pues sentía que hasta los párpados le pesaban por el agotamiento. Sólo la veía sonreír al observarlo totalmente exhausto.

Minutos después Daniel escuchó el ruido del automóvil que llegaba por ella. Se acercó a él y le dio un beso en la mejilla.

• Hasta luego, le dijo.

Él no respondió al saludo, porque lo único que pudo hacer fue levantar su mano y con un ademán le dijo adiós. Su hermosa figura semidesnuda, desapareció tras la puerta de la habitación del<b> motel </font></b>de su preferencia. Daniel no sabía cuándo le volvería a enviar un mensaje a su celular para preguntarle:

• Hola. ¿Te puedo llamar?

CONTINUARÁ…



AzaleaReal 48M
3956 posts
9/29/2021 11:42 pm

oleeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

Puedes llamarme ahora ?????


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