Reset Password
If you've forgotten your password, you can enter your email address below. An email will then be sent with a link to set up a new password.
Cancel
Reset Link Sent
If the email is registered with our site, you will receive an email with instructions to reset your password. Password reset link sent to:
Check your email and enter the confirmation code:
Don't see the email?
  • Resend Confirmation Link
  • Start Over
Close
If you have any questions, please contact Customer Service

Un día de playa  

cheycha 61M/61F
7 posts
6/5/2019 4:39 am
Un día de playa


Hoy tenemos un día para nosotros solos. A los niños los han invitado unos amigos a pasar el día con ellos y se quedarán a dormir en una tienda de campaña. No se quien estará mas excitado si ellos por lo que la novedad les supone o nosotros por podernos dedicar un día entero después de mucho tiempo.

Aunque mi idea es la de quedarnos en casa y disfrutarla, tu me dices que es una pena no aprovechar el buen día que hace e ir a la playa. Un poco a regañadientes lo acepto, realmente el día está impresionante, con un sol en todo lo alto y un calor que invita a disfrutar de una jornada al aire libre.

Llegamos a la playa, colocamos los “bártulos” y nos disponemos a pasar una tranquila jornada. A pesar del buen día que hace la playa está tranquila, con gente pero sin resultar agobiante y sin mucho niño pequeño alrededor lo cual se agradece. Aunque por un momento tengo remordimientos de conciencia pensando en lo que disfrutarían los peques en la playa, sólo dura un segundo ya que me doy cuenta que se lo deben de estar pasando “pipa” con sus amigos.

Veo que sacas la crema de protección solar y empiezas a extendérmela por toda la espalda. Esa sensación consigue que mi imaginación empiece a funcionar, olvidándome ya por completo de los niños, y hace que cierre los ojos y disfrute del momento. Te das cuenta del efecto que estás causando y con una sonrisa me dices que siga echándomela yo por el resto del cuerpo y que cuando acabe te la eche a ti por la espalda. Una pena, vuelvo a la realidad, y después de untarme bien de crema, empiezo a extenderla por tu espalda con lentos movimientos, disfrutando del momento, hasta que me dices que deje de darte sombra. No estas por la labor de montar un numerito en la playa. No, por lo menos en ese momento.

El día va transcurriendo entre cortas siestas tumbados en la toalla, paseos por la playa, visitas a hidratarse al chiringuito y pequeños chapuzones, cuando me pides que te vuelva a echar crema. Te tumbas boca abajo en la toalla, desatas la parte de arriba del<b> bikini </font></b>y empiezo a extenderla. Me comentas lo “feas” que se ven las marcas del<b> bikini </font></b>y te giras dejando al descubierto tus senos, de los cuales sobresalen unos erizados pezones. Me quedo completamente paralizado, no por la visión ya que los había visto en esa misma situación en otras ocasiones, si no por la situación. Te das cuenta del efecto que has causado y me dices que siempre te daba pudor el tomar el sol así cuando estaban los niños y hoy querías aprovechar. Por fin reacciono y mecánicamente pongo mas crema en mis manos y diciendo que hay que protegerlas por no estar acostumbradas al sol empiezo a aplicártela sobre tus senos. Te das cuenta que como siga así puedo montar un espectáculo y entre risas me dices que ya es suficiente, que ya habrá ocasión de seguirse recreando.

Con mucho pesar, me tumbo boca abajo en mi toalla, entre otros motivos para que no se note mi incipiente erección. Tengo que hacer un agujero en la arena debajo de mis genitales para poder estar cómodo. Al cabo de un momento decido que lo mejor será el irme a nadar un rato. Necesito quemar energías y refrescarme un poco. Entro en el agua y empiezo a nadar, alejándome un poco de la orilla, hasta donde no hago pie y después de nadar un rato, me dedico a flotar boca arriba. Noto que alguien se acerca. Eres tu que has decidido que un poco de ejercicio y de refresco no te vendría mal. Nadamos un

rato hasta que consigo atraparte y abrazarte. Nos besamos y empiezo a acariciarte, por todo el cuerpo, hasta que consigues entrelazar tus piernas en mi cintura. Sabes muy bien lo que haces, en vez de decirme que pare de meterte mano, haces que para poder mantenernos a flote tenga que usar las manos en otro menester. Dándome un beso te despides y me dices que ya te ha llegado la playa por hoy y nadando hacia la orilla me dejas flotando en un gran estado de excitación. Por un momento pienso en masturbarme allí mismo, pero ya tendré oportunidad de desahogarme mas tarde. Así que empiezo a nadar todo lo rápido que puedo, paralelo a la orilla, para conseguir calmarme.

Vuelvo para donde está la toalla y me encuentro que estás recogiendo las cosas, ya te has puesto tu vestido de playa y me dices que me vaya secando y me ponga un bañador seco. Un poco sorprendido te hago caso, ¿por qué esas prisas? ¿Qué estarás tramando? Debo reconocer que me gusta, me excita, así que te sigo la corriente.

En el camino de vuelta a casa y mientras hablas de cosas intranscendentes empiezas a levantarte el vestido playero dejando a la vista tus muslos y consigues que mi vista se aparte de la carretera y se centre en ellos. Como quien no quiere la cosa, sigues levantándolo dejando a la vista tu centro del placer mientras comentas que la braguita del binkini estaba mojada. Me quedo mirando como si no lo hubiese visto en la vida y acerco mi mano hacia él. Me la agarras suave pero firmemente y me dices que conduzca, que no tienes ganas de tener un accidente, mientras que con la otra mano bajas el vestido hasta una situación mas decente.

Decidimos parar a picar algo, no era el día mas indicado para ponerse a cocinar cuando llegásemos a casa y habíamos sobrevivido todo el día con unos simples bocadillos. No es que en esos momentos me apeteciese el comer precisamente, pero por otro lado presuponía que me haría falta acopiar energías ante la perspectiva de lo que se avecinaba. Paramos en un bar con una preciosa y bucólica parra y nos dispusimos a satisfacer por lo menos una parte del apetito que teníamos. Tu seguiste provocándome subiendo un poco el vestido y abriendo de vez en cuando las piernas para mostrármelo en todo su esplendor. Conseguiste que me atragantara y no pudiste evitar el soltar una gran carcajada y que me pusiese colorado como el tomate que estábamos tomando. Te estabas divirtiendo de lo lindo y sabías que me tenías a punto de caramelo. Se nota en tu cara lo que lo estás disfrutando.

Al aparcar el coche en el garaje me vuelvo hacia a ti y empiezo a besarte y acariciarte como si fuera un adolescente en su primera vez. Te empiezo a subir el vestido, no estoy para muchos miramientos y el precalentamiento lo has estado haciendo durante todo el día, e introduzco mi dedo suavemente entre tus labios quedándome sorprendido de lo húmeda que estas. No solo habías estado excitándome a mi, si no que al comprobar mi respuesta tu también lo estabas.

De repente, se encienden las luces del garaje y se oye el ruido de un motor bajando por la rampa. Rápidamente nos recomponemos y empezamos a recoger las toallas y bañadores del maletero del coche, mientras saludamos a los vecinos que acababan de llegar, poniendo la bolsa de la playa estratégicamente delante de mi miembro tieso. Subimos con ellos en el ascensor mientras pensaba que era una pena que vivieran en un piso mas arriba que el nuestro. Me apetecía “disfrutar” del ascensor.

Por fin en casa. Me lanzo directamente a abrazarte y besarte. Suavemente me rechazas, me dices que vaya a pegarme una ducha. Te invito a entrar conmigo pero me dices que primero quieres colocar unas cosas. No muy convencido, cedo, me voy a la ducha con la cabeza funcionando a todo trapo intentando imaginar que cosas querría colocar. Paso un buen rato en la ducha, bajando gradualmente la temperatura del agua para intentar enfriarme un poco, aunque me parece que ni con cubitos de hielo lo habría conseguido.

Salgo de la ducha y me pongo el albornoz. Te oigo en el salón y me dirijo hacia allí para ver que es lo que estas haciendo. Estas terminando de encender unas velas, de esas que están en un recipiente con agua flotando. Además percibo el olor de unas barritas de incienso quemándose. Me acerco hacia a ti y me dices que me siente en el sofá, que vaya tomando el gin-tonic que me has preparado y que te prometa que pase lo que pase me quedaré quieto. Quieres marcar el ritmo, hoy toca hacerlo como lo has imaginado un montón de veces. Asiento, me tumbo en el sofá, intrigado, ansioso, excitado….. La espera se me hace interminable mientras oigo como suena el agua de la ducha. Cojo el gin-tonic y le voy dando sorbos distraido.

Después de lo que me pareció una eternidad, apareciste. Llevabas puesto ese picardías verde que te habían regalado tus amigas en tu último cumpleaños y el cual, me confesaste mas tarde, habías escogido tú. Lo habías puesto sobre tu piel mojada y estaba completamente pegado a tu cuerpo realzando tu figura y haciendo que tus pezones erizados sobresalieran del mismo. También llevabas puesto esos zapatos de tacón de aguja que sabes que realzan tus bonitas piernas. Habías vuelto a conseguir que me quedase sin habla.

Recuerda lo que me prometiste, me susurraste al oído. Me acuerdo, fue lo único que conseguí decir y dándote media vuelta, fuiste a encender el estereo. En el pequeño trayecto que recorriste me quede ensimismado mirando que bien se movía tu trasero.

La música empezó a sonar y tu a moverte sensualmente a su ritmo, mostrando de vez en cuando un seno, el ombligo, tu culo, pero siempre volviendo a colocar el picardías en su sitio y seguir contoneándote a ritmo. Te diste perfecta cuenta de que mi pene, completamente erecto, se había abierto camino a través del albornoz y parecía que te estuviera mirando asombrado. Se que disfrutas viendo como reacciono pero decides que aún es pronto. Sin saber muy bien de donde lo sacas, aparece en tu mano un consolador. Me hace gracia mi primera reacción, pensé que ese no lo conocía…. Luego mis pensamientos se centraron mas en ver como lo empezabas a lamerlo y chuparlo mientras seguías moviendo tu cuerpo al ritmo de la música. Túmbate en el suelo, me ordenaste. No iba a ser yo quién te desobedeciera, así que cual sumiso corderito, me tumbe. Empezaste a bailar moviendo solamente tu cuerpo, con los pies a cada lado de mi cabeza para que viera como tus labios estaban húmedos de deseo y cambiaste el consolador para allí, primero restregándolo contra tu barriga, recorriendo tus muslos hasta llegar al clítoris y detenerse en él, moviendo lentamente el consolador para que lo acariciara. Me pareció que lo hacías al ritmo de mi respiración. Viste que mis manos bajaban hacia mi pene y me dijiste que recordara la promesa. Que lo único que me permitía era acariciarle las piernas, pero no mas arriba de las rodillas. Obedecí, que remedio….. Empecé a acariciarle las piernas y noté que estaba temblando.

Con un rápido movimiento empezaste a introducir el consolador en tu vagina e incrementando poco a poco el movimiento de tu cadera lo fuiste introduciendo y

sacando hasta que, por tus gemidos y lo mojado que salía el consolador supe que había llegado tu orgasmo. Te repusiste pronto, habías estado mirando como mi pene parecía que tenía vida propia, que había empezado a salirle el líquido preseminal y agachándote me susurraste al oído, ahora te toca a ti

Te apetece besarme y después de recorrer una buena parte de mi cuerpo te acercas muy despacio a mis testículos, depositando en ellos un primer beso, preludio de otros muchos que esperas me hagan sufrir hasta enloquecer de deseo. Sigues lamiéndolos muy despacio, agarrándolos con los labios y comprobando su dureza entre tus dientes. Muy suavemente, como si fueran a derretirse, los chupas y los lames, los acaricias y los succionas guiándolos hasta el interior de tu boca.

Dejas la mano derecha sobre los testículos que están mucho mas cargados que antes y empiezas a ascender hacia mi glande, despacio, dándole pequeños besos, sin abarcarlo aún con tus labios ni con tus manos. Llegas a la cabeza, y lees el deseo en mis ojos. Premias ese deseo introduciéndola en tu boca, solo el borde. Juegas a empujarla con la lengua, a cerrar tus labios en su cuello y a tocar la pequeña abertura con la punta de tu lengua hasta que ves en mi cara que necesito algo mas contundente.

Permites entonces que entre todo lo posible en tu boca y cuando ya está toda bañada en saliva y antes de que empiece a moverme, inspirado por la penetración, la sacas y la abrazas con tus senos aprovechando cuando asoma por la parte superior para tocarla suavemente con la lengua.

Sabes que me encantaría volver a hundirme en tu boca. Lo sabes porque notas que estoy al borde del orgasmo y porque engarfio las manos para evitar moverlas. No me has dado permiso para que te toque. Quieres tenerme a tu merced un buen rato así que sin dejar que escape de entre tus pechos, te tumbas sobre mi torso y besas y mordisqueas mis tetillas mientras compruebas que me relajo ligeramente.

Ahora decides que es el momento de juegos mas rotundos. Te vuelves a situar frente a mi, entre mis piernas, y mientras aferras mi miembro con la mano derecha vas acercándote hasta que me hundo en tu boca. Tu mano se mueve desde la cabeza hasta la mitad de mi pene, de arriba hacia abajo y girando suavemente mientras desciende. De vez en cuando permites que tus dedos lleguen hasta su nacimiento en un movimiento mas profundo y mas intenso mientras tu mano izquierda revuelve la piel entre mis testículos y la zona perineal.

Sientes como aun se hincha un poco mas mi pene entre tus dedos, como engrosa y se endurece mientras conjugas el movimiento de mi pelvis, el ascenso y descenso de tus dos manos y la actividad de los labios y de tu boca sobre la punta inflamada de mi falo.

Y cuando cierro los ojos para concentrarme en el placer y el tono de mi voz se hace más profundo y más grave sabes que el orgasmo está próximo. Al sentir la oleada en la base mi miembro lo agarras más fuerte y lo hundes en lo más profundo de tu boca para sentir como exploto dentro de ella golpeando tus mejillas con mi semen.

No lo tragas sino que lo dejas caer en tus manos y frotas con ese lubricante tus pechos y tus pezones, mi pene y testículos hasta que sientes que me relajo.

Nos quedamos así abrazados, acariciándonos durante un buen rato (¿minutos, horas? No lo sé parecía como si el tiempo se hubiera detenido), ensimismados en nuestros pensamientos. No hablamos, nos miramos y ya sabemos que lo que tengamos que decirnos lo haremos con las caricias y algún que otro beso. esos silencios que dicen mucho mas que miles de palabras y que un simple suspiro las transmite.

Decidimos levantarnos y nos encaminamos al baño. Cometes el error de caminar delante de mi y, liberado ya de mi promesa de obedecer, te abrazo por la espalda pegando mi cuerpo contra el tuyo. No protestas, solo vuelves la cabeza y me besas. Te susurro al oído que pienso que nos faltaba algo, que quería estar dentro de ella, que la punta de mi pene notase el fondo de su vagina, que sus otros labios apretasen mi polla completamente enhiesta y moverme poco a poco en su interior, disfrutando, mejor dicho, paladeando dicho instante. Su reacción fue decirme que ya iba siendo hora que lo pusiese en práctica.

Seguimos caminando en esa postura hacia el dormitorio, mis manos habían cambiado el abrazo alrededor de su barriga por sus pechos e iba jugando con su pezones que habían vuelto a erizarse completamente, mientras que pegaba mi pene que estaba empezando a desperezarse a su culo y espalda.

Antes de entrar en la habitación, al pasar junto a la cómoda del pasillo, se me ocurrió una idea, y haciendo que te apoyaras en ella con las manos, dejando tu lindo culo en pompa, te susurré al oído que había llegado la hora de mi venganza. Mientras te seguía diciendo lo mucho que me habías hecho disfrutar mi mano izquierda jugueteaba con tus pechos, cambiando de uno a otro, apretándolos a ambos suavemente y rozando levemente tus pezones sonriendo cada vez que notaba como ese leve roce hacia que te pusieras en tensión. Mi mano derecha dibujaba una espiral por tu espalda, desde el centro, lentamente hasta llegar a tu cuello y depositándose posteriormente en tu culo, masajeándolo. En ese momento empecé a besarte la oreja, se habían acabado los susurros, ahora tocaba jugar con la lengua por tu cuerpo. Fui poco a poco bajando, primero el cuello, luego seguí bajando por el espinazo mientras mi mano derecha buscaba tu botón del placer. Tu reacción fue bajar una mano y comprobar el estado de mi miembro, agarrándolo como si quisieras estrujarlo. Con firmeza te separé la mano y te susurré que ahora era mi turno, que la que te tenías que estar quieta eras tu.

Obedeciste, no sin antes protestar, y te volviste a colocar en la misma postura. En esos momentos mi mano derecha seguía masajeando tu clítoris mientras que mi mano izquierda jugaba a separar tus labios. Mi lengua estaba acabando su camino por el espinazo y estaba abriéndose hueco por entre tus nalgas, sin dejar de humedecer todo a su paso hasta llegar a su objetivo, tu húmedo coñito.

Decidiste abrir un poco mas las piernas para facilitarme el acceso, así que mientras mi lengua había sustituido a mi mano izquierda sobre tus labios esta se había centrado en acariciarte los muslos desde la rodilla hacia arriba, subiendo por una pierna y bajando por la otra. La derecha seguía notando como tu clítoris se ponía mas y mas duro aunque ahora le era mas difícil el jugar con él ya que estaba intentando esconderse y estar toda la zona completamente mojada. Seguimos así un rato hasta que tus gemidos y movimientos me indicaron que estaba a punto de llegar tu orgasmo.

Yo mientras tanto, notaba como mi pene tenía una erección considerable, se movía el solo, como si tuviera vida propia, buscando la oscura cueva del placer. Mientras me pedías que te lo metiera de una vez, hundí mas mi lengua en tu vagina, y moviéndola en circulo una vez dentro y notando como tu orgasmo hacia que un poco de líquido corriera por mis mejillas.

Ahora si, te dije, e incorporándome deje que mi pene te fuera penetrando muy lentamente. Al principio con movimientos lentos, con mi pecho apoyado en tu espalda y mis manos volviendo a jugar con tus senos. ¿Te encuentras bien así?, te pregunte con cierta sorna. No contestaste, te limitaste a sujetar mi cabeza y atraerla contra tu cuello mientras los movimientos de nuestras pelvis se iban acompasando.

El ritmo se fue incrementando poco a poco. Me incorporé y enganchándote por la cintura te atraje hacia mi para que mi pene te llegará hasta el fondo. Quería que notaras como te llenaba completamente. Me pediste que no parara, que acelerara. Por un lado querías escapar pero por otro tratabas que cada vez entrará un poco mas.

No pude aguantar mas, mi pene “explotó” dejando salir todo el semen a borbotones, mientras notaba que eso había producido también una explosión en tu interior. Me apoye de nuevo sobre tu espalda, acariciándote. Notaba como mi pene se resistía a dejar tu interior y tu protestabas porque notabas que se iba escapando.

Nos acercamos aún abrazados a la ducha y después de lavarnos nos vamos a la cama donde con caricias, esta vez con otra intención, nos vamos preparando para el sueño.

Laten Godura. junio 2019

xar63 61M
72 posts
6/5/2019 7:04 am

Un relato excelente , muy excitante y escrito muy descriptivo , me gusto mucho.
Que tendra la playa que nos pone a todos muy calientes , sera el sonido del maro nuestro instinto animal cuando nos sacamos la ropa.
Un abrazo .


theviejomen 41M

6/5/2019 7:24 am

nada como un dia de playa para relajar el cuerpo y sacar todo...


manueleteagp 45M
321 posts
5/7/2020 12:10 pm

relato muy bueno, intenso,preciso, elegante. Me encantó y me pusó muy pero que muy cachondo.


Become a member to create a blog