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CRóNICA DE UN SOLITARIO INGéNUO
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CRóNICA DE UN SOLITARIO INGéNUO Nota del autor: Lean y entiendan la ironía de mis palabras pues sólo fruto de una peculiar forma de ver las cosas y la realidad... CRONICA DE UN SOLITARIO INGÉNUO Hola, quiero presentarme, soy Jorge…¿han sufrido alguna vez la soledad de la vida?, ¿han sufrido alguna vez al apreciar que estan solos en esta vida? …yo no he tenido nunca suerte y he sentido la soledad muy amenudo… Cuando nací ya se apreció que mi sino en esta vida era la soledad…la enfermera me dejó en una cunita mientras me arreglaban para presentarme a mis padres pero no se acordó a la hora de la presentación dónde me había dejado… estuve sólo en esa cunita durante media hora larga esperándola con mi primer y mejor atuendo... Una vez, a la edad de cinco años jugando al escondite con mis…bueno, con unos chicos me perdieron…si, si, me perdieron, me escondí pero nadie me buscó y claro, yo siguiendo las reglas del juego estuve un día entero escondido hasta que el conserje me descubrió en el cuartito de la basura, un susto enorme para mis progenitores, fue entonces cuando mi padre se interesó por mi situación y me apuntó en un equipo de fútbol. Mi padre siempre venía conmigo a los partidos y siempre me decía antes de cada encuentro “hijo, lo importante no es ganar,¡lo importante es no perder ni empatar!”, al principio salía con muchas ganas pero nadie me pasaba la pelota, nadie reparaba que yo era el jugador número once aunque llevara el número 1 cedido por el portero…el número lo decía todo, yo en el campo estaba más solo que la una…me aburrí y lo dejé… Cuando estaba en la pubertad la cosa no cambió, harto ya de esta vida y rebelde como era intenté meterme en el mundo de las drogas pero tampoco salió como esperaba, aun me acuerdo del día que lo intenté, para ello fui hablar con Yoni, el yonki del barrio: “oye, Yoni, yo quiero ser drogata como tu”, me miró y en un momento de lucidez me dijo: “tioo, no te metas en el mundo de las drogas que somos muchos y hay muy poca”...tenía razón...y lo dejé antes de empezar... La vida para mí era solitud hasta que apareció Andrea...Andrea era un chica difícil de trato para muchos con la que enseguida congenié...ella sintió que conmigo podía ser natural, ser como ella quisiera y así nos enamoramos, fue la primera vez en mi vida que no me sentí solo...y después de dos maravillosos años haciendo lo que ella quería, se acostaba con todos los chicos, buena gente eso sí, a todos me los presentó, aunque siempre me decía que sólo me quería a mí y yo feliz volvía a casa…un fin de semana aprovechando que no había nadie en su casa me quedé a dormir con ella, cenamos y miramos la tv...y en un arrebato de romanticismo después de tragarme por quinta vez Pretty woman, no porque yo sea muy rico, si no porque ella era tan puta que la única manera de atarla era pedirle la mano, le propuse matrimonio...y aceptó... Enseguida me puse a mirar pisos, quería encontrar un hogar para nosotros y para ello decidí ir a una inmobiliaria, allí me atendió un señor mayor, educado y amable que me prestó atención: “bien joven, ¿qué es lo que desea?”, ¡coño un piso capullo! aunque le dije educadamente “un nidito de amor para mi chica y yo señor”...el hombre empezó a darme precios, cada vez más bajos pues mi cara debía ser un reflejo claro que eran terriblemente caros...hasta que llegó al piso más barato...de allí no pasaba y decidí que ese sería mi hogar, intenté negociar el precio con el comercial aunque siempre encontraba una réplica a mis quejas para bajar el precio y todo seguía igual, pfuu y esto que dicen que el sector de la psicología es el único que el cliente nunca tiene la razón, ¡¡y un huevo, en el sector de la inmobiliario tampoco!!, al final compré mi primer piso, mi hogar para compartir junto a mi querida Andrea...un flamante piso nuevo de 30m2 a 180.000 como dice la ministra de gobierno, “¡una ganga!” decía el comercial...una vida pagando según yo pero la ilusión por compartir vivienda con Andrea podía con todo...si, era pequeño pero tal y como mi madre siempre me decía; "la verdadera felicidad está en las pequeñas cosas: una pequeña mansión, un pequeño yate, una pequeña fortuna…” pues yo ya tenía mi pequeño piso... Al llegar a casa decidí escribir una carta para contarle Andrea de una forma romántica que ya teníamos vivienda ya que se encontraba con su jefe ese fin de semana para un seminario muy importante en un SPA de lujo: Querida Andrea: No soy capaz de esperar tu vuelta para decírtelo: YA TENEMOS PISO…aix, estoy nervioso aunque confieso que no es el piso en sí lo que me tiene loco, sino el pensar en compartirlo contigo. He conseguido un plano y aquí me tienes, regla en mano haciendo cálculos. Sé que espacio no nos va a sobrar, pero con ideas tampoco nos faltará. No compraremos la cama de Ikea de 1,80, no porque no queramos es que por más que mido no cabe, pero pensándolo bien, la de 1,05 es más íntima. Sé que a la larga una de 1,80 nos distanciaría. Tampoco entra el piano. Tu hermano me lo ha medido y nos faltan 18 metros, pero en cambio en ese espacio encaja ideal el ordenador. Por cierto, tampoco encuentro lugar para todo ese tocho de temario de tus oposiciones, porque aunque había pensado que podías estudiar en la mesa del comedor, no puede ser. He elegido una abatible para que nos quepa el sofá, y si dejamos la mesa todo el día no podemos sentarnos, así que tendrás que estudiar en tu casa, así tus padres te ven y no se quejarán. Será por poco tiempo, porque seguro que la oposición la sacas a la primera. Yo dejaré en la mía los trastos de esquíar, las raquetas y los libros, porque aunque pensé en hacer un cajón debajo la cama que explicaron en Bricomanía, he desistido. Caber cabe, pero no se puede sacar, porque por un lado se lo impide la pared y por el otro, el armario. En cuanto a hijos, si algún día nos decidimos, tengo la solución. Ayer medí el recién nacido de mi hermana y mide 50 centímetros escasos. Una cuna proporcionada nos cabe junto al sofá si quitamos la lámpara de pie, y cuando descolguemos la mesa para comer, llevamos al niño a la ducha, que es un espacio desaprovechado porque sólo se usa unos minutos al día. ¿Ves cómo todo es cuestión de ideas? Selecciona nueve de entre tus libros. Yo me llevaré el Ulises de Joyce que lo he empezado veinte o treinta veces y nunca lo termino. Con él sé que tengo lectura para años. ¿A que hemos nacido con suerte? Nos queremos, nos vamos a casar y sobre todo tenemos piso, Andrea, ¡tenemos piso!. Te quiere, Jorge. Su llegada fue rápida, al principio nos costó adaptarnos, chocábamos siempre cuando nos movíamos por el piso pero lo superamos, hacíamos turnos para movernos...no teníamos lavadora ni plancha pero tampoco era problema...se hizo amiga del vecino soltero que le dejaba planchar en su amplio piso de 50m2, lavar en su fabulosa lavadora y otras cosas más que la llevaban a pasar más de una noche entera allí...pobre...qué trabajadora que era...y qué buen vecino tenía... pero claro, la felicidad no dura para siempre y el día que tuvimos nuestra primera pelea por el mando de la tv, le dije que necesitaba más espacio y me echó de casa...a los días intenté razonar con ella, hablar para arreglar las cosas pero ella me dijo muy claro que: “hay dos maneras de pensar, el equivocado y el mio” y ganó...tenía razón y yo estaba equivocado...al mes nos divorciamos y ahora sé que se ha vuelto a casar con el vecino de la lavadora...¡cachis! ¡qué suerte tienen algunos!, yo me volvería a casar con ella...y qué suerte tuvo ella, se quedó el piso y además se a casado otra vez...y aquí me tienes a mí, solo otra vez escuchando Hombres G “en mi coche”...qué fabulosa canción... ube |
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