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QUE ES EL TANTRA ?  

Thor20024 62M
1 posts
1/9/2018 3:11 pm
QUE ES EL TANTRA ?


¿QUÉ ES EL T A N T R A?

(Ensayo para la mentalidad occidental)

"La misma tierra que te hace caer te ayuda a levantarte; vive en el mundo sin ser parte de él."

"TANTRA" significa literalmente "culto a la Diosa", sus orígenes se pierden en la noche de los tiempos...
En la riberas del valle del Indo, donde las culturas prearias, dravídicas, de Harappa, Mohenjo-Daro, Lothal y Merhgarh estaban asentadas, es donde se han encontrado las primeras huellas del "culto a la Diosa".

TANTRA es sublimación, es transformación, es LA TRANSFORMACIÓN, puesto que la misma energía que está en el odio, la ira, los celos, la envidia, ... se halla también en el AMOR, la tolerancia, la generosidad, la ecuanimidad. Como el domador que controla sus leones, el Tántrico controla sus pasiones. Pero como el domador no mata ni anestesia sus leones, el Tántrico no elimina ni atrofia sus pasiones.

TANTRA es el culto a lo femenino, a la Diosa, a la mujer, es el desarrollo de la sensibilidad, de la vivencia del AMOR, intensamente sin miedo a perderlo, entregándote completamente y fusionándote con lo amado o a la persona amada, es huir de lo superficial. Por eso un Tántrico no es nunca un coleccionista de amores.

La mujer es la pasión misma, la Shaktí, pero primero tiene que encontrarse a sí misma para después encontrar a su Shiva interior y a su Shiva exterior. La ayuda de un Tántrico será importante para alcanzar la liberación.

TANTRA es por otra parte, aunque la misma parte, el camino secreto del amor sexual trascendente, cuyo simbolismo ha quedado eternizado para siempre en los muros de los templos de la ciudad santa de Khajuraho.

Las culturas antiguas, que no compartían la separación moderna occidental entre lo sagrado y lo profano, siempre consideraron la sexualidad como un aspecto del gran misterio de la existencia. Por ello, pueden proporcionarnos aportaciones culturales claves.

La literatura hindú, escrita prácticamente en sánscrito, pero también en tamil y palí (la lengua de Buda), posee una rica tradición de tratados sobre sexualidad que fue descubierta en Occidente a partir de traducciones de los estudiosos en la lenguas Indoeuropeas. El texto más antiguo y mejor conocido es el Kama Sûtra, escrito por Vatsyasana entre el siglo IV y el VI. Desde el Kama Sûtra (el más antiguo conservado, pero no el primero que se escribió) hasta el Aranga Ranga, del siglo XVII, hay una serie de obras que, a partir de fuentes parecidas, adaptaron los conocimientos sobre la sexualidad y el amor a cada una de las épocas.

Entre ellos cabe destacar el Koka Shastra, escrito en el siglo XII por un poeta y trovador llamado Kokkoka de quien poco sabemos.

El hecho de que todos los manuscritos sánscritos sobre sexualidad veneren al clásico Vatsyasana y se basan en él, y la existencia de tantas versiones y traducciones de las mismas obras conducen, a menudo, a dudar de la originalidad de los textos. La lectura de estas obras nos conecta con la tradición tántrica en la que el sexo tiene una dimensión religiosa y simbólica. Los libros del Maestro Vatsyasana dedicaba a los masajes sensuales y a las posturas del amor se han desarrollado y reelaborado con más detalle para lograr un lenguaje más asequible.

En Occidente tenemos una visión demasiado limitada de la humanidad y, por tanto, también tenemos una visión limitada de la sexualidad. No podemos vivir como seres eróticos sin recuperar antes su la profundidad espiritual. La sexualidad nos ayuda a retomar contacto con esa profundidad; es la puerta de entrada a la dimensión espiritual.

Las verdades de la tradición tántrica hindú, se remontan a lejanos periodos de la historia humana, su época dorada fue en el 8.000 a.C.; en su aspecto más esencial no fue sino la mirada del hombre, maravillado frente al misterio de su existencia y asombrado frente al poder primordial de su naturaleza sexual.

El Tantra es un antiguo sistema de rituales y técnicas prácticas que emplean la capacidad creativa de la energía sexual para transportar al individuo a un estado superior de conciencia.

Casi todas las tradiciones religiosas miran con desconfianza y recelo ocultos el Tantra debido a que usa la unión sexual como vehículo de iluminación cósmica. Esto le ha llevado a permanecer escondido y mantener sus técnicas en secreto durante siglos. Las mentes calenturientas de estos detractores "religiosos" han hecho más daño que la propia Inquisición y su supuesta quema de brujas.

La transcendencia a través del sexo que hace posible el Tantra no hay que entenderla como una licencia para el desenfreno sexual y la lujuria ya que su práctica requiere gran disciplina. El Tantra transforma la lujuria en AMOR. Los métodos del Tantra usan la más poderosa de las energías de que disponemos, la energía sexual, para penetrar en los reinos espirituales. El dominio de la propia energía sexual es el primer paso para el dominio de la
de la energía cósmica.

Coraje y disciplina necesarios e imprescindibles para desarrollar una perspectiva tántrica de la sexualidad debido a las muchas fuerzas que tratan de inhibir las expresiones sexuales. La obsesiva idea occidental de suprimir el sexo crea neurosis, violencia y puritanismo, por tanto, perversiones sexuales ocultas, pedofilia, pedastría, o, infidelidad, inseguridad, autoestima por los suelos, etc ...

El AMOR es la auténtica esencia del hombre. La civilización occidental ha prohibido la expresión del AMOR al condenar la sexualidad. El AMOR es energía sexual transformada. Para conocer la verdad elemental del AMOR, primero es necesario aceptar la divinidad del sexo y aprender a darle culto a través de los sentidos ... A mayor aceptación de sexo, mayor libertad frente a él. La aceptación total y la entrega a las energías naturales
encamina hacia más sublimes experiencias. Éste es el mensaje del Tantra.

LA TRADICIÓN TÁNTRICA

Antecedentes Históricos y Culturales

El término "tantrismo" denomina una tradición esotérica y un estilo cultural relacionado con los Tantra-s, los antiguos textos que contenían las enseñanzas tántricas.

Tantra es una palabra de origen sánscrito que significa red, y se explica como "el mecanismo que expande el conocimiento" (tanyate).

El tantrismo se puede definir como un sistema de creencias y prácticas que tienen como objetivo expandir la mente humana y orientar a quienes practican los rituales tántricos hacia formas de conocimiento más elevadas.

La tradición tántrica surgió bajo la forma de un estilo o movimiento religioso hacia el siglo V de nuestra era en el subcontinente indio. No obstante, sus principales ideas y prácticas muy antiguas, y su genealogía se remonta a las creencias y rituales sexuales y de fertilidad del periodo neolítico.

Los ritos neolíticos se celebraban para obtener prosperidad colectiva, mientras que desde sus primeras manifestaciones el tantrismo tuvo una orientación claramente individual.

El objetivo del tantrismo es la liberación personal (mukti), que se entiende como una trascendencia de la personalidad el ego, de la conciencia cotidiana, una idea que con frecuencia se expresa en términos del logro de
la insuperable dicha o regocijo (ananda).

Hacia el año 1000 de nuestra era, el tantrismo había penetrado con éxito en los círculos religiosos hinduista y budista. Uno de los atractivos del Tantra consistía en su promesa de ser una nueva doctrina para la era de la oscuridad (kali-yuga).

La era de la oscuridad es un periodo de decadencia moral, espiritual y de emociones insanas que se inició en el 3.102 a.C. y se espera que dure unos 350.000 años, en condiciones progresivamente peores. Frente a esta perspectiva, la maravillosa capacidad de innovación de los maestros tántricos los llevó a elaborar una nueva filosofía y un lenguaje para comunicar verdades espirituales. Pero sobretodo unos métodos para sanar las emociones y la sexualidad (ambas cosas en esencia es la misma, tienen ambas la misma raíz, el sexo).

LA SEXUALIDAD SAGRADA

La sexualidad sagrada estuvo presente en la mayoría de las antiguas civilizaciones, y también en la del Indo, en la que esta práctica se asoció con la veneración a la Gran Diosa. Diversas excavaciones arqueológicas han hallado numerosas figuras de terracota de mujeres desnudas, consideradas representaciones de la Gran Diosa, Madre. Alguna de estas estatuillas tienen tocados muy elaborados y se supone que se utilizaban como objetos de culto en santuarios domésticos.

En las excavaciones realizadas en las ciudades de Mohenjo Daro y Harappa se encontraron miles de moldes de sellos de esteatita. Uno de ellos representa la sorprendente imagen invertida de una mujer que da a luz una planta, un motivo de fertilidad que se asocia con la Gran Diosa de la era Neolítica. Otro de los sellos muestra una figura femenina de largos cabellos, parada entre dos ramas de una planta muy estilizada, con otra figura arrodillada delante de ella. Ambas lucen cuernos, y sugieren una dimensión divina o sagrada.

El texto Devi-Mahatmya, "Gloria de la Diosa", que es una de las partes del Markandeya-Purana del siglo IV de nuestra era, incluye un versículo en el que la Diosa dice que sostiene al mundo con plantas que mantienen la vida, que crecen de su cuerpo. Es muy probable que una de las divinidades hindúes, la Diosa Annapurna, "Totalidad de Alimento", derive directamente de la Diosa Madre del Valle del Indo.

Los hallazgos arqueológicos de Harappa incluyen también muchos objetos de forma cónica, que se consideran representaciones del falo (linga). Asimismo, piedras con formas de anillo parecen representar el órgano femenino (yoni). Estos hallazgos permiten establecer una notable continuidad del motivo linga-yoni en la civilización hindú, y su invariable simbolismo sexual y de fertilidad que se remonta al periodo Neolítico.

Existen numerosas conexiones entre el hinduismo y la cultura tribal de los invasores de las estepas rusas, quienes eran portadores de un importante compendio de conocimientos, plasmado en las escrituras sánscritas más antiguas: los cuatro Vedas. Recordemos que antes de esto, la tradición tántrica escribía en una lengua de la rama dravídica, que nada tiene que ver con las lenguas indoarias, cuyo representante más importante es el sánscrito, de la cual deriva el latín. Un representante actual de esa gran familia de lenguas dravídicas lo encontramos en el tamil, lengua que en la actualidad se habla en la provincia del sur de India, Tamil Nadu.

Mientras que el hinduismo más corriente y difundido muestra una clara tendencia hacia el puritanismo y el ascetismo, que rechaza el gozo vital, la cultura de las tribus védicas y prevédicas de antes del 1.500 a.C. exaltaba la vida y mostraba una actitud positiva y favorable al sexo. Este puritanismo se reforzó con las invasiones primero del Catolicismo, posteriormente del Islamismo y finalmente con el Anglicanismo y puritanismo victoriano. Y recordemos que siempre que se reprime alguna cosa, siempre que hay puritanismo, después a "escondidas", se hacen las mayores
barbaridades provocadas por mentes ignorantes y calenturientas. Recordemos las mentes calenturientas de la "Santa"Inquisición.

Estas tribus védicas y prevédicas gustaban de la danza, la música y el juego, y no se oponían de ningún modo a la ebriedad, además oraban para alcanzar cien años de vida en la Tierra, fecundar muchos hijos y tener mucho ganado (por tanto, eran nómadas). En los himnos védicos es posible encontrar numerosas exaltaciones de la actividad sexual, que en muchos casos poseen carácter simbólico, pero en muchos otros deben interpretarse literalmente.

Para las tribus védicas y prevédicas, el cosmos estaba formado por dos elementos principales: el masculino y el femenino. Veían a todo el universo dispuesto en parejas sexuales sagradas.Esta era la clave de la producción natural y de la germinación que producía la lluvia. Para activar el sexo cósmico cuando lo necesitaban, o para asegurar que las parejas cósmicas no los defraudarían, crearon rituales en los que el sexo se imitaba con acción o hechizo oral.

El erotismo cósmico es la fuente de la sexualidad sagrada. La unión de las divinidades Padre y Madre, o hija, se llamaba mithuna, que es la forma original del término maithuna. Ambas palabras provienen de la raíz mith, que posee un significado doble: "asociar con" y "estar en conflicto con", un detalle ciertamente significativo. Las dos palabras significan, por tanto, "acoplamiento" en general y "unión sexual" en particular. La sexualidad sagrada tenía un importe papel en los antiguos rituales védicos y prevédicos. Para un Brahman devoto, todo contacto sexual con su esposa debía adoptar la forma de rito sagrado.

En el Brihad-Aranyaka-Upanishad, una escritura metafísica del siglo VIII o IX a.C. relata la siguiente ceremonia sexual:
La esencia del hombre (purushna) es el semen. Para proporcionar una base sólida para el hombre, el Creador Prajapati modeló una mujer. Cuando terminó, la veneró "abajo". La vagina es el altar; el vello púbico es el pasto de sacrificio con el cual se enciende el fuego; los labios el fuego de sacrifico.

Aquel que conoce este secreto comparte el gran mundo del Creador. Pero, aquel que practica el sexo sin saberlo pierde su semen su mérito a la mujer. Cuando se derrama aunque sea una diminuta cantidad de semen, debe reclamarlo y, con ello, su fuerza y su resplandor. Debe recogerlo con el dedo, y con el pulgar, frotarlo en su propio pecho y frente, mientras se recita:

En mí, ¡sé vigor, poder, belleza, riqueza y mérito!
El hombre debe acercarse a su Diosa, su mujer, después de su menstruación.
Si ella rechaza sus avances, debe seducirla, adorarla y besarla con la mayor de las devociones y AMOR. Es su Diosa, eso nunca debe olvidarlo, debe tratarla como tal ... mientras recita el hechizo mágico:

Con poder y gloria, ¡venero tu gloria!
Sin embargo, si ella se le ofrece para complacerlo, debe recitar el siguiente mantra:
Con poder y gloria, ¡te doy gloria! De esta manera, los dos se llenan de gloria.

Después de penetrarla y unir "boca con boca", debe recitar un verso, para que la mujer esté completamente absorta y entregada a su amado. Si no es el destino que la mujer conciba, el debe decir:

Con poder, con semen, ¡reclamo el semen de ti!
Pero si está destinada a concebir, debe decir:
¡Deposito el semen en ti!
En el segundo caso, debe separar las piernas de ella y decir:
¡Separados en cielo y tierra!

Este revelador pasaje de autor anónimo ofrece recetas mágicas para proporcionar fertilidad al útero con la invocación de las diferentes deidades. Pero si no hay una perfecta unión, pasión, fusión y amor entre ambos no funcionará. Recordemos que si no hay una meditación profunda, los mantras no funcionarán, serán tan solo meras frasecitas bonitas.

Este es un texto védico, por tanto patriarcal, donde se ve la importancia de la fecundación y la obsesión de estos tántricos védicos por ella. Los tántricos prevédicos no le daban tanta importancia a esto, preferián entregarse a la pasión para que ésta les condujera a la Gran Diosa.

Los tántricos prevédicos, matriarcales, valoraban la entrega activa de su mujer, hasta el punto de honrarla y venerarla como una Diosa. Para ellas complacer a su amado era el camino directo para sentarse a la derecha de la Gran Diosa, Madre, también una forma de honrar y respetar a su amado. Los patriarcales tántricos védicos consideraban, como toda religión patriarcal, que si su esposa no se entregaba a ellos, era eso motivo de desobediencia.
Ellos consideraban que era obligación de la mujer entregarse activamente a ellos. Aquí empezó el complejo de inferioridad del hombre ... Inferioridad e ignorancia se encuentran unidas en la tradición védica.

En la tradición tántrica prevédica la participación voluntaria y activa de la mujer en el maithuna era algo más que sagrado. Es por ello que en esa época existían muchísimas mujeres yôgis que eran las iniciadoras y maestras de esta tradición. Con la invasión de los arios, la imposición de los Vedas, y el sistema de castas, la mujer fué discriminada y reducida a la última y más baja de las castas.

La teología tántrica prevédica otorgó a lo femenino un sitio equivalente a lo masculino. La mujer era considerada como la encarnación del principio femenino más elevado, la Diosa, mucho más accesible que Dios, el principio masculino.

EL ALMA DEL SEXO

Nuestra sexualidad en estos tiempos está en crisis, aunque los indicadores externos gozan de buena salud. Libros, manuales, vídeos, debates televisivos dejan la sexualidad tan al descubierto que parece pecado mantenerla en la misma intimidad en la que nació. Una vez hemos reivindicado el cuerpo como nuestro y la sexualidad una libertad inalienable del individuo, nos hemos alejado del fantasma opresor del pasado pero hemos sucumbido, complacientemente, a los estragos del mercado.

Desde las consultas sexológicas a la enumeración de las patologías sexuales. Desde las encuestas picantes y simplonas a los fenómenos sociales de liberación-represión hemos ido comprobando el triste perfil de nuestra sexualidad que va como en un claroscuro de la erotización a la desgana, de la abulia a la compulsión.

El mercado, ávido, ha querido llenar ese vacío y esa desorientación, y ha hecho una apología del sexo. Por un lado, ha marcado, como única vía, una línea recta y ascendente, imagen prepotente del orgasmo masculino, como si fuera también la línea ascendente de beneficios de una empresa modelo o la marcha de un tren imparable. Por otro, ha quitado lastre emocional a la sexualidad volviéndola extremadamente ligera como un refresco con burbujas.
La supuesta sexualidad masculina se ha trivializado o se ha plegado a la idea de rendimiento, de efectividad de la misma a la que se está acostumbrado en una sociedad industrial. Se debe ser en la cama un superhombre capaz de infligir varios orgasmos a la partenaire; como en las imágenes de las películas comerciales se ha de penetrar raudo y con la mandíbula prieta golpear la pelvis, sin parar, hasta que estalle el orgasmo femenino. Un orgasmo y una sexualidad femenina que no se ha tenido tiempo
de descubrir ni menos de saborear.

Detrás de esta imagen de la sexualidad del hombre estereotipada hay un vacío de ser. Una carencia en el sentir que se camufla en una pose de fuerza, conquista y falsa seguridad. Al otro lado de esta pretensión masculina aparece irremediablemente el fracaso; fracaso de no ser un superhombre, fracaso en la competencia con otros en apéndices, músculos y resultados, y la caída en picado en la precocidad o la insensibilización. También la jactancia es una forma más de escapismo.

La mujer también ha entrado de lleno en el mercantilismo, bien porque ha sido una forma más de seducir al poder, bien porque es otra forma de capear las desigualdades sociales entre los sexos. Más sensible a su interioridad, ésta sufre la misma incomunicación, a veces negando en la frigidez, otras cómplice del mismo juego.

La sexualidad ha perdido perspectiva paradójicamente cuando tanto y tanto se ha dicho sobre ella. Cuanta más normativa, cuantos más manuales de cómo hacer feliz en la cama a un hombre o a una mujer, más lejos de la propia sexualidad, más lejos del propio instinto espontáneo.

Hay tanto miedo a no ser normal, a no dar la talla, a ser tachada de estrecha o de casquivana, a ser considerado machista o marica que nos sentimos encorsetados justo en un acto, el sexual, donde la prerrogativa es la de ser como tú eres.

En estos momentos la sexualidad es una zanahoria que nos hace buscar cada vez más los estímulos más intensos, azuzados, claro está, por el vértigo del aburrimiento. Y es que buscamos la llave que hemos perdido en el lugar menos indicado pues la promesa de la sexualidad no está propiamente en el sexo y menos en las técnicas sexuales. Querer estrujar los órganos sexuales para sacarle el jugo de la felicidad haciendo todas las permutaciones posibles es avivar el sentido de la perversión pues como dice la palabra, algo perverso, es aquello que ha desviado su centro.

Buscar el centro desde la sexualidad es converger, deseo y amor, instinto y fusión, necesariamente cuerpo y alma. La sexualidad está dentro de la cabeza, es impulsada como un barco por las entrañas y toma su curso en el pecho, pero nunca está en el sexo. La sexualidad es la salsa de la vida y no requiere más normas de las que le dicta su corazón.

Vivir la sexualidad es claramente tocar el núcleo de lo que uno es, y es, en las mejores condiciones, el gran trampolín donde uno salta por encima de su pequeño o gran ego y se encuentra con la inmensidad. Una inmensidad que dura unos segundos pero que simultáneamente es eterna, teñida con el rostro del amado o amada y que sobreviene de la mano del amor.

Tal vez por eso en tantas tribus y en grandes tradiciones el sexo ha sido sagrado. No sólo por el aspecto reproductivo de éste, clave de la supervivencia de un grupo, sino también porque el espíritu se manifestaba mágicamente en la especie de danza imantada que suelen hacer los amantes.

No olvidemos que el deseo en forma de Eros es un dios porque el ser humano siente su fuerza como algo descomunal, de otro mundo, algo que lo atraviesa y que lo enciende. En ese estado se ilumina, se comunica con lo sensible, se fusiona con el otro como jamás podría hacerlo en una conciencia ordinaria. Es como si, en esta sexualidad el individuo se reconoce dueño y se siente invencible, amoroso y a la vez lúcido. Es harto sabido que los totalitarismos y las doctrinas, los imperios y las iglesias reprimen ese sentir para convertir a un pueblo sumiso o fanático, como si cortándole a la hiedra su raíz difícilmente ésta tomará altura.

La insatisfacción en la sexualidad atiende a sucedáneos, compra imágenes bellas y dulces, muestras con desfachatez lo que ya no está vivo y, sobre todo, consume. Pronto se administrará en aerosol el péptido oxytocin, o en pastillas afrodisíacos hormonales para poder sobrellevar el tedio de la vida o conjugar bien la sexualidad con el trabajo o las relaciones sociales y que no interfieran entre sí.

Afortunadamente nos empezamos a dar cuenta de esta falacia, de la gran mentira del sexo. Las tradiciones pueden dar alguna luz en estos momentos si bien hay que ser extremadamente cautos y prudentes para no intercambiar un modelo por otro habiéndose olvidado una vez más de sí mismo. Pero ellas han ritualizado la sexualidad, no solo para quitarle la compulsión o la inmediatez propias sino para insertar la vivencia en un ritmo más lento, es decir, en un tiempo no lineal sino sagrado. El ritmo lento es un compás con el arco muy grande que nos permite respirar y que nos posibilita observar desde una mayor serenidad. Ahí uno es dueño de su energía y tiene la oportunidad, como se hace en el Tantra o en el Taoísmo, de rescatar algo de esa fuente inagotable e instintiva, llevarla a grados de sutilidad y de despertar de áreas dormidas.

Sublimar la energía sexual o natural en energía espiritual es uno de los objetivos del místico, del iniciado. Instinto y espíritu no tan extraños, el mismo mito de la Kundalini y las bodas divinas de Shiva y Shakti lo desvelan. Si tuviéramos ahora mismo una experiencia mística sabríamos que el orgasmo es una antesala, rompe cadenas para que el espíritu vuele. Por eso es sagrado el sexo porque sin dominar esa fuerza que anida en la base toda buena intención santificadora es pura elucubración o mero encubrimiento.

La tradición también dice que el río de la vida hay que saberlo contener. La sexualidad tiene que ser encauzada sin que te lleve la corriente. Controlar el orgasmo no es un juego de niños, mantener el cuerpo sano y fuerte requiere disciplina, no perder la concentración durante horas en el acto amoroso merece muchas horas de meditación. Pero esto altos vuelos.

En principio hay que tirar a la basura todo lo que sabíamos sobre sexo para confiar más en la propia naturaleza. Hay que hacer del cuerpo un templo que sea acogedor para el deseo. Hay que vencer la rutina y el aburrimiento para que la atención no se disipe y hay que crear las condiciones para que el amor vagabundo anide. Las técnicas lo de menos, los rituales se crean
con la imaginación y con la misma imaginación se trascienden, pero sin amor, sin amor la vida se seca y se empobrece.

AFORISMOS TÁNTRICOS: VIGYAN BHAYRAV TANTRA

El sexo es la energía básica ...El Tantra, la aprovecha, la transforma ...

En el instante del amor, el pasado y el futuro no existen. El amor te abre al infinito, a la eternidad de la existencia.

El sexo transferido a la cabeza es sexualidad; pensar acerca de ello es sexualidad. Vivirlo es muy distinto. Cualquier cosa vivida totalmente te lleva más allá ... no tengas miedo a nada ¡vívelo!

Cuando se suprime el corazón, se crean necesidades simbólicas ... se crean falsas necesidades. Y estamos llenos de falsas necesidades; por eso no estamos satisfechos.

Al comienzo de la unión sexual, mantén la atención en la llama inicial y consérvala; evitando los rescoldos del final.

Cuando en el abrazo se agiten tus sentidos, cual hojas de un árbol, adéntrate en ese estremecimiento.

Cuando haces el amor, estás haciendo el amor con tu propia existencia. La mujer es solamente una puerta, el hombre es solamente una puerta. El otro es solamente una puerta al todo.

Cuanto más sensible seas, más vivo estarás; cuanto más vivo estés, más vida entrará en tu ser interior.

¿Qué hay de malo en gozar de ti mismo? ¿Qué hay de malo en ser feliz? Si hay algo malo está en tu infelicidad, porque la persona infeliz siempre crea infelicidad a su alrededor. ¡Sé feliz!

El sexo solo es el principio no el fin. Pero si te pierdes en el principio, también te perderás el final.

Hay dos clases de clímax, dos tipos de orgasmo. La excitación tiene que utilizarse para ambos; o bien te mueves hacia la cúspide de la excitación o hacia el valle de la relajación.

Los ideales no pueden desarrollar tus posibilidades, solamente la experiencia, el conocimiento de lo real puede ayudarte.

En el amor tienes una posibilidad natural de rendirte. Ríndete y siéntelo;
entonces deja que se extienda a todas las dimensiones de tu vida.

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